miércoles, 4 de mayo de 2011

Itadakimasu (1936)

 

Creo que soy la persona que menos me conoce, queriendo ser cubo, soy la fregona. El que habla es Ken y ese es el principio de mi novela sin titulo. Recuerdo, sufriendo los gritos de la barra, retazos de adolescencia. El dia que mi hermano llego con la moto pintada de escamas azules y el pelo de color rosa. El mismo tono chiclet que llevaba Amy el dia que la vi por primera vez. Anoche sono el celular, era mi padre que cantaba. Mi madre se escapo de nuevo, esta vez iba en camison blanco con el atizador de cenizas en la mano. Me la imagino gritando y rompiendo los cristales de los autos a golpe de llibertat, amnistia, estatut d'autonomia. Ken pasea por la playa llena de escombros y ratas, la luna esta escondida tras una nube asfixiada y Amy descansa su espalda en la pension con un disparo limpio entre sus tetas. He conocido a Iu, es un rubio de unos cuarenta, que viste de un modo extraño. Despues de unas cuantas cervezas y de manchar mi cuaderno de poemas hemos quedado en vernos mañana, primero en mi casa, despues iremos al mercado. No tiene pinta de marica. Le acaricié la barba y no parecio molestarle, creo que hemos intimado. Sentado en la alfombra siento como mío el final de Mildred tirada en el hueco justo entre la mesita y la cama. Al fondo de la estancia una peluca negra que ciñe la cintura y el bote de pastillas del desayuno desperdigadas por la moqueta junto al séptimo pliegue del bluyín que se desparrama silla abajo. Del rosario de la pared asoman los hijos, (la muerta y el ciego) y de mi polla una gota. Testamento, dice Ken, Diario apunta Amy, pero ninguno de ellos me llena, el titulo tiene que ser tan largo como absurdo, algo asi como hipopotomonstrosesquipedaliofobia o una frase perfecta como el titulo de la primera novela de Bolaño. Cruzo la calle iluminado por las tres farolas, escuchando las inauditas aves y el carro del barrendero.

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